A esta hora...

A esta hora y como muchas otras veces, me encuentro desvelado, más atento a las ideas que pasan una y otra vez por mi cabeza y que zumban como abejas en su panal, porque no hay nada que me distraiga lo suficiente. Ni siquiera mi música suena, sólo porque no me ayuda a sentirme más despejado, al contrario, la letra de ciertas canciones me confunde aún más.

Y me cuestiono sin parar las decisiones que he tomado en los últimos años, pensando en todas las personas que quedaron en el camino, pensando en el sinnúmero de situaciones que me llevaron a estar hoy, sentado en la entrada de mi casa, mirando el cielo, haciendo memoria de ellas y preguntándome si lo que hice para llegar hasta acá fue lo correcto.

Lo bueno es que a esta hora, a esta jodida hora, el silencio hace que uno vea las cosas de distinta manera. Más amplias, más objetivas, más aterrizadas. Y puedo ver todo lo anterior desde un plano general, y no me arrepiento de las decisiones tomada, qué gano con hacerlo, lo hecho está hecho.

Mas no siento que me haya equivocado, todo lo contrario, era la lo más sensato a mi juicio que podía hacer en el momento. Tal vez en el detalle, no fue 100% la mejor opción, pero al menos, era lo que creía correcto, lo que creo correcto. Al menos las consecuencias de mis decisiones me han demostrado que no estuve del todo mal.

A esta hora empiezo a extrañar mi cama, mi pieza, mi departamento, mi espacio. Y me pregunto una y mil veces qué me vine a hacer a Rancagua. Mi respuesta es siempre la misma. Yo sé que el motivo porque el que me confiné dos meses acá vale la pena, pero no puedo evitar sentir esa nostalgia. Tal vez sea esa nostalgia la que me traiga más dudas de lo normal, pero al menos sé que algo bueno saldrá de todo esto.